Familias
En octubre se celebrará en Madrid la IX Conferencia Iberoamericana sobre la familia, una institución sometida a profundas transformaciones recientes que, sin embargo, mantiene su función de primerísimo actor social. Asistimos a una reducción del número de familias, a una disminución de su tamaño medio debido a la caída de la fecundidad y a una gran diversificación de sus tipos. Junto a las familias tradicionales unidas por un mundo vínculo matrimonial civil o religioso, se alinean las uniones consensuales, las formadas por personas del mismo sexo o las familias monoparentales.
Además estamos viviendo tiempos únicos para las familias “verticales” constituidas por cuatro generaciones vivas (bisabuelos, abuelos, padres y sus hijos) que en el futuro serán menos frecuentes debido al constate retraso en la edad de contraer matrimonio.
Pero, aparte de estas transformaciones sociodemográficas, la familia cualquiera que sea su origen o estructura, sigue jugando un papel fundamental como “asistente” social, ya que contribuye decisivamente a la educación de los hijos pequeños, sostienen a los jóvenes hasta edades muy tardías y se ocupan del cuidado de los mayores. En particular, su papel ha sido esencial en esta etapa de crisis y fuerte desempleo a través del socorro solidario a sus miembros más necesitados.
Y permítanme destacar el especialísimo rol que juegan dos de sus miembros en el seno de la unidad familiar. El primero (la primera) es la mujer sándwich, esa personas de mediana edad que debe ocuparse de sus hijos ya mayores que todavía viven en casa y de sus padres o de los de su marido que habitan el mismo domicilio o residen fuera; un trabajo ímprobo al que se une el que puedan realizar en el mercado laboral, provocando situaciones de auténtico estrés laboral. Se merecen un monumento. El segundo son esos abuelos ya jubilados que, con su pensión, logran costear las necesidades de aquellas familias que pasan por dificultades. También reclaman nuestra admiración. El término familia evoca cada vez más la diversidad, pero también la idea de solidaridad que es una parte esencial de su ADN.
SECOT con 26 años de historia puede considerarse una gran familia, por su vocación de permanencia, por su pluralidad y diversidad, pero cohesionada en un objetivo común de servicio a los emprendedores desde la experiencia que otorga la edad.